Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez
Creo que vale la pena hacer una
breve remembranza de los festejos patrios celebrados en Santiago Ixcuintla,
Nayarit, hace poco más de sesenta y “tantos” años… tiempo aquel en que estábamos
en el tercer año en la “Escuela de los Campeones”: la Juan Escutia , y era la
directora la ilustre Maestra, doña Carmen Fonseca de Aranda –una dama alta y
recia como las de aquellos tiempos- de la generación de maestros con vocación,
preparación y probada capacidad
educativa.
Aunque,
no se crea, había maestras bajitas de estatura, como la profesora Rafael
Solano, que impartía su clase con mucha seriedad y sus alumnos aprendíamos
fechas históricas y capitales de estados y países con facilidad por esa
especial dedicación –y el uso de la regla… la de los “cariños en las nalgas”…
que nos hacían no olvidarnos jamás de sus enseñanzas. Otra profesora muy buena
para los reglazos con la “zurda” era la maestra Ricarda G. Ramos, hermana del
queridísimo y añorado (por todo Ixcuintla) Doctor Epigmenio García Ramos.
Antes
de la llegada del 15 y el 16 de Septiembre, contábamos con pocos días para
preparar nuestros desfiles callejeros que terminaban enfrente de la Presidencia Municipal ,
en donde hacíamos honores a la
Bandera y cantábamos en un “coro monumental” (muy desentonado
pero cantado con fervor patriótico) integrado por todas las escuelas primarias
del lugar: nuestro Glorioso Himno Nacional, después de la participación de los
más destacados alumnos y alumnas que declamaban (algunos) y bailaban (otros)
vestidos a la usanza de la época de la Independencia , y eran muy aplaudidos por el
público asistente a estos actos, que estaban compuesto por familiares y
parientes cercanos y amigos de los papás de los improvisados artistas.
Ya
se usaban los bigotes de utilería y pintadas las patillas, los niños, provistos
de sombreros o pañuelos-paliacates; y los labios y los cachetes, las pequeñas,
que lucían sus enormes trenzas postizas y sus bien terciados rebozos, calzando
diminutos huaraches y las faldas hasta el tobillo…
Las
bandas de guerra las integraban los más grandes y era todo un espectáculo
contemplar a aquellos humildes, pero muy orgullosos “soldados” marcar el paso y
tender la mano derecha sobre el hombro del más cercano compañero (a) para
alinear la fila y no descuadrar en el desfile.
No
faltaba la orquesta del pueblo que interpretaba algunas piezas musicales y
posteriormente, las autoridades civiles y militares se dirigían a un lugar (al
que asistían maestros, padres e invitados) a un gran “banquete” que se
celebraba observando las reglas del buen conducir y mejor vestir, que terminaba
con un regio baile para festejar dichas fechas. En esos saraos se quemaban
cohetes y castillos, sin faltar los “toritos de luces” que aventaban buscapiés
por todas partes, causando la hilaridad de chicos y grandes. Los adultos
brindaban repetidas veces a salud de nuestros héroes y terminaba la fiesta en
altas horas de la noche.
En
esos tiempos acababa de acontecer la Segunda Guerra Mundial, y nuestros padres se
habían quedado vestidos y alborotados para participar en ella, ya que finalizó
unos meses antes de que su presencia fuera demandada por la Patria , para ir a combatir
contra el invasor a Europa. Se comentaba en los corrillos oficiales la
participación (heroica) del “Escuadrón 201” , y se le daban visos de un muy brillante desempeño.
Los
Escuadrones que se habían ejercitado con nociones avanzadas sobre la milicia,
fueron los llamados: XIV, XV y XVI, comandados por los Sargentos Leonel
Rodríguez Paillaud, José Ma. Narváez Madrigal y Manuel Narváez Ávalos, y los
participantes (todos santiagoixcuintlenses) recibieron el reconocimiento del
Jefe de la Zona Militar
y una pistola escuadra (los sargentos) para cada uno de ellos.
Esto
vino a exacerbar los ánimos patrióticos en todos los pequeños escolapios, y nos
sentíamos unos verdaderos militares que marcaban los pasos imaginando
enfocarlos hacia los campos de batalla…
Control…
Señores… Control… Eran tiempos de guerra y el enemigo no estaba infiltrado en
las filas nacionales -como están ahora los malos mexicanos comandados por un
orejón perverso- que quizá debiéramos levantarnos en armas para combatirlos…
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