lunes, 5 de agosto de 2013

JUMATAN, EL SALTO Y SU PLANTA HIDROELECTRICA


Por Aurelio Morán Cáceres.
Parte 1

Hablar de Jumatán es hablar de la Planta hidroeléctrica construida por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), de 1938 a 1941, porque antes de que se iniciara su construcción, no existía, en la época contemporanea, el poblado de Jumatán; es hablar también de una parte importante de la historia de la industria eléctrica en México.
Deteniéndonos un poco para observar este rincón de Nayarit, que estando ahí tan cerca, a menos de 20 kms. de la ciudad de Tepic, no nos percatamos cabalmente de su existencia. Viajando hacia el noroeste por la autopista Tepic-crucero de San Blas, aproximadamente en el kilometro 17.5, encontramos la desviación de menos de un kilometro, hacia el poblado de Jumatán. Por su singularidad geográfica, única en el Estado, creemos que  podría ser ubicada en un futuro, por las autoridades competentes, en coordinación con la CFE, para la planeación en materia de factibilidad turística. Si lo que aquí se escribe sirve para llamar de atención a este respecto, habrá cumplido su cometido.
Es preciso hacer un pequeño repaso histórico. En el Estado de Nayarit, de la misma manera como sucede a nivel nacional, la Industria Eléctrica surge asociada con la industria textil y azucarera. En 1906, la llamada Casa de Aguirre, crea la Compañía Eléctrica de Tepic al poner en operación la Planta Hidroeléctrica de Tepic, mejor conocida como El Punto; instalación necesaria para mover su maquinaria en la Fábrica de Hilados y Tejidos de Bellavista y Jauja, hasta avanzada la década de los treintas del siglo XX. Era La Casa de Aguirre, beneficiaria y continuadora de los negocios iniciados en la época del auge del Puerto de San Blas en el siglo XIX, por la Barrón Forbes Co., la Compañía Castaños y otras, todas de capital europeo, Era propietaria también de los ingenios azucareros de La Escondida y Puga, así como de plantíos de tabaco, minas, etc., esta Casa monopolizaba gran parte de la economía nayarita, de 1900 a 1933, se decía que era la dueña de Nayarit.
En el ámbito nacional, hasta las primeras cuatro décadas del siglo XX, la industria eléctrica estaba dominada totalmente por empresas de capital extranjero, que en un principio fueron creadas para el abastecimiento de sus propias factorías textiles, azucareras y mineras; introduciéndose pronto en la venta de la energía, como un negocio aparte, para el servicio domestico y para otros particulares. Lo que movía a estos industriales era obviamente el lucro, instalando sus generadoras cerca de las concentraciones demográficas ya establecidas; el desarrollo regional e industrial del país en el largo plazo, no era problema suyo. En la aplicación de tarifas no existía ningún reglamento y las exenciones de impuestos eran excesivas.
Para finales del Porfiriato, las compañías extranjeras controlaban indefinidamente, las concesiones más redituables para la generación hidroeléctrica, utilizando las principales corrientes de aguas. Pronto estas empresas entraron en conflicto con los Estados de la República y municipios involucrados; estos reclamaban  el derecho de control de sus corrientes hidrológicas, según la constitución de 1857.

Ya en el período posrevolucionario, lo estratégico de la energía eléctrica en el desarrollo industrial en general y la creciente demanda, imponía implementar políticas tendientes a que el Estado tuviera participación, que buscara crear un Sector Eléctrico Nacional. Con este objetivo se adquiere, por compra, la Hidroeléctrica de Chapala en 1925; se revisa la aplicación de tarifas y concesiones otorgadas en 1929 y se crea en 1937, la CFE durante el Gobierno Cardenista, para que se encargara de controlar las adquisiciones hechas y  administrar las inversiones federales en este sector.   
Es con el Cardenismo cuando la Industria Eléctrica Nacional cobra su real importancia. Aprovechando la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial, Cárdenas intenta poner a México en marcha, hacía la industrialización, en vista de que las principales potencias del mundo ocupaban la mayor parte de sus esfuerzos en la confrontación bélica. Junto con la creación de la CFE, como punta de lanza, se intenta mejorar y crear la infraestructura necesaria (carreteras, vías de ferrocarril, teléfono, telégrafo, etc.), se da gran importancia a la construcción de presas para el riego y para la generación hidroeléctrica.

Es, en este contexto de la estrategia industrializadora cardenista (que sentó las bases para la nacionalización en 1960), que se concibe y se aprueba el Proyecto Hidroeléctrico de Jumatán, en 1938, solo unos meses después de que se creara la CFE, siendo una de sus primeras decisiones de construcción para la generación eléctrica, para realizarse aprovechando las aguas del Río Ingenio, principal corriente localizada en la cuenca del Río San Blas, y la gran caída que la naturaleza ofrece, configurando una espectacular cascada.
De 1938 a 1940 se realiza la obra hidráulica de toma conducción y almacenamiento de aguas. Inicia desde la construcción del canal “La Escondida”, con una longitud de 7 km., que lleva aguas del Rio Mololoa a descargar en el Río Ingenio. Sobre este Río se construye la Presa derivadora de Jumatán, que toma el agua que se utilizará para la generación eléctrica, conducida a través de otro canal de 1324 metros, hasta un tanque de almacenamiento; se instala la primer tubería, 368 metros de longitud, de 40 centímetros de diámetro, que conducirá el agua precipitada por la gravedad de la caída mencionada, hasta la “Casa de maquinas” en el fondo, que albergará las unidades generadoras,  a donde se llega cuesta abajo con un carro movido sobre rieles, por medio de un malacate mecánico, y tirado por un cable de acero. (Continuará)
                       

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