C O N V O C A T O R I A VI Concurso de Oratoria Juan Escutia

C O N V O C A T O R I A  VI Concurso de Oratoria Juan Escutia
¡Tu Voz, Importa!

sábado, 23 de noviembre de 2013

APRENDIENDO JUNTAS: PRÁCTICAS A NIVEL INTERNACIONAL PARA INCREMENTAR LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA DE LAS MUJERES: IFE

Conocimientos y experiencia de soluciones creativas, sostenibles y efectivas en México, América Latina y el mundo,
Políticas Públicas para la defensa de los derechos políticos de las mujeres
· Aprendizaje organizacional
· Valoración de las personas
· Visión de futuro
· Orientación a los procesos
· Liderazgo
· Conocimiento del cliente y del mercado
· Establecimiento de Alianzas
· Cultura de Innovación
· Pensamiento sistémico
· Responsabilidad social
En síntesis, las denominadas “buenas prácticas” incluyen las siguientes dimensiones mínimas:
·      Emerge a partir de un problema o situación a superar
·      Implica una mejora en el problema diagnosticado inicialmente
·      Es innovador
·      Se basa en evidencia
·      Es sostenible
·      Produce cambios
·      Se puede replicar
·       
Buena práctica
a) Tienen como consecuencia un cambio real que contribuya a la igualdad de género o que abra nuevos espacios en áreas no tradicionalmente femeninas, incluyendo una brecha medible entre dichas buenas prácticas y los cambios en las relaciones de género, u oportunidades para las mujeres;
b) Generan un impacto en la política sobre la problemática de género, creando un marco más propicio o eficaz para llegar a la igualdad de género. Esto incluiría el impacto en la legislación, la normativa o la asignación de recursos. Incluye asimismo una valoración del grado de institucionalización de la práctica identificada;
c) Incluyen un enfoque innovador y replicable. Esto implica que puedan demostrar lo que es nuevo o único en la iniciativa -su producto o proceso- y las oportunidades para que dicha práctica sea reproducida en otros países y contextos;
d) Que demuestren ser sostenibles. Es decir, que quede claro el compromiso de los valedores principales, patrocinadores institucionales o participantes en la iniciativa —el Gobierno,
Reconocen a las mujeres como sujetas políticas [y su] participación en el ámbito de lo público, político y (…) la toma de decisiones”
Los criterios que se consideran incluyen: La pertinencia, los resultados, innovación, sostenibilidad política y económica y replicabilidad.
Algunas de las buenas prácticas en el ámbito de la participación política formal son las siguientes:
·       El establecimiento de medidas de cuotas en la legislación electoral.
·       La existencia de programas de formación de liderazgos femeninos al interior de los partidos políticos.
·       La creación de secciones femeninas o de la mujer en ámbitos de participación política tradicionalmente masculina, como partidos políticos y sindicatos.
·       La creación de Observatorios de Género.
·       La instauración de unidades de género y la formulación de Planes de Igualdad en la Administración Pública.
·       La conformación de fondos públicos para la promoción de la participación política de las mujeres a través de organizaciones civiles.
·       La armonización legislativa con relación al marco normativo internacional de los derechos humanos de las mujeres, y con respecto al estándar del derecho a ser electas.
Si bien este conjunto de actuaciones son fundamentales para promover la participación política, en la elaboración del presente catálogo de buenas prácticas se pondrá particular énfasis en aquellas iniciativas que buscan potenciar las capacidades de las mujeres para participar en la política más allá del ámbito formal e institucional, con particular énfasis en la diversidad de necesidades de las mujeres, ya sean éstas indígenas, negras, jóvenes, discapacitadas, en situación de pobreza, entre otros ejes transversales al género.
Por consiguiente, más allá de los espacios formales de participación política formal (partidos políticos, Parlamentos, Gobierno), en el presente catálogo se buscará rescatar las herramientas y enfoques de participación política en una diversidad de espacios donde se construye la ciudadanía de las mujeres, a partir de una amplia base de participación y de los esfuerzos realizados por las propias mujeres y las organizaciones de mujeres.
Buenas práctica de la participación política de las mujeres: Aquellas iniciativas que se corresponden con soluciones creativas, sostenibles en el tiempo y que producen cambios (resultados)  en la participación de las mujeres en el ámbito de lo público, lo político y la toma de decisiones.
Primero, la pertinencia, donde se evalúa en qué medida la experiencia incluye a la diversidad de mujeres que participan en la política y que además ello se corresponda con una respuesta estratégica y participativa de los propios actores involucrados (no una acción puntual y aislada).
Segundo, la innovación se corresponde con los nuevos aprendizajes en términos de herramientas (productos) y metodologías (abordajes) que implica la práctica en cuestión, pero también si se incorporan nuevas tecnologías, la participación de jóvenes y niñas, el involucramiento en ámbitos no tradicionales (política no electoral) y si se establecen sinergias entre distintos ámbitos de participación política (transferibilidad entre espacios de la política).
Tercero, el Impacto demostrable (resultados) es la dimensión a partir de la cual se busca identificar cuáles son los productos concretos que se han logrado en conocimientos, formación, nuevas capacidades, incidencia en la toma de decisiones y organización de las propias mujeres para la participación política. Los resultados también suponen la identificación de indicadores adecuados de seguimiento y de evaluación de resultados y la reducción de brechas en ejes o aristas de la participación política: acceso a espacios de toma de decisiones, la transformación o agregación de nuevos temas en la agenda de participación política y la transformación de las prácticas. Asimismo, en el análisis de los resultados se tomará en cuenta positivamente si se cuenta con una evaluación externa de la experiencia o práctica.
Cuarto, la sostenibilidad se corresponde con la existencia de garantías adecuadas que aseguren la permanencia y reproducción de la experiencia en el largo plazo, tanto en términos de compromisos de los propios actores implicados, como en consideración de las capacidades nuevas generadas que lo hacen autosostenible, su institucionalización a partir de reglas formales y la disposición de un entorno socio-cultural favorable a la igualdad de género (sensibilización, ruptura de esterotipos, ect). Asimismo, un componente central de la sostenibilidad será evaluar en qué medidas las experiencias responden y atienden las recomendaciones del Comité CEDAW al propio Estado mexicano.
Quinto, la transferencia o replicabilidad se corresponde con la evaluación de en qué medida la experiencia se puede implementar en otros contextos, para lo cual se evaluará si los productos y el diseño son adaptables a otros países y si los propios actores que han impulsado la iniciativa han hecho un esfuerzo por transparentar, dar a conocer, difundir la experiencia, las herramientas y las lecciones aprendidas
Sexto, la legitimidad se corresponde con la valoración que otorgan los propios actores a la experiencia, tanto en términos de si existe una pluralidad de actores participando en su diseño e implementación (públicos y privados), como si organismos públicos nacionales e internacionales reconocen la misma experiencia como exitosa.
Séptimo, la integralidad nos permite evaluar en qué medida la experiencia toma en cuenta la problemática de la participación de la mujer desde múltiples aristas que atienden a los obstáculos (necesidades prácticas); a la resolución del problema (incorporación de hombres y niños en las actividades y atención a los intereses estratégicos de las mujeres); el nivel simbólico del problema (a través del uso de un lenguaje incluyente) y la intersección de género y cultura (respetando la especificidad cultural del contexto de la mujer). 


No hay comentarios:

Publicar un comentario