Un maestro y una maestra extienden su vida, su memoria y
su legado en las aulas que comparten con los jóvenes ciudadanos de este rincón
del mundo que llamamos México. Viven con ellos en el servicio, el propósito y
el espíritu que ha inspirado una tradición iniciada en 1918 y continuada por
maestras y maestros que han honrado todos los momentos de nuestra historia.
Pensamos que un maestro no sólo instruye a los jóvenes confiados a su
cuidado. También siembra en sus corazones una gran dosis de voluntad, idealismo
y solidaridad, palabras éstas que, por momentos, parecieran perder su color,
pasión y sentido frente al acuciante pragmatismo político del mundo actual.
Un maestro tiene voluntad de hierro para emprender, estudiar y defender
su ministerio. Él y ella son baluartes que resguardan a las nuevas generaciones
y por ello son objeto de muestras solidarias de afecto y reconocimiento. Las
maestras y los maestros de México han sabido enriquecer su vida de un idealismo
con los pies en la tierra.
Saint Exupèry escribió: “Si quieres construir un barco, no reclutes
hombres para que recojan madera, ni dividas el trabajo, ni des órdenes. En vez
eso, mejor enséñales a anhelar el inmenso e infinito mar”.
El significado de esta idea para México se puede entender a partir del
estimulante trabajo de nuestros maestros y maestras. Ellos la proyectan en sus
educandos y en ella encontramos todos la energía para seguir construyendo la
visión generosa de una patria entre cuyas montañas y valles tuvimos la fortuna de
nacer y vivir.
En el Día del Maestro
Somos turquesa y lo decimos
con orgullo!
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