lunes, 25 de mayo de 2015

UNA COSA ES LA POPULARIDAD...

LA CREME
Norma Cardoso

Serían las ocho de la mañana, cuando me llegó un mensaje de un muy estimado amigo periodista. “Ya ando por tu tierra. Estoy esperando que me den la habitación y escribiré un rato. En espera de poder ver a Layin”.
Desde el día anterior, yo andaba buscando al  “Layin”, para que mi amigo pudiera hacerle una entrevista. Hablé con su eterna y experta comunicadora social, pero con voz tal cual se la llevara el viento, me dijo que un tal Ricardo, ahora le llevaba “la prensa”.
Como en cierta ocasión  escuché a un amigo en común, que él (Layín), se hacía allegar de personas que supieran, porque él de nada sabía. Pensé que tal vez se habría hecho como otros gobernantes, traer a personas de otros Estados como jefes de Prensa o de Comunicación Social.  Como si aquí no hubiera el suficiente talento, con la capacidad para cubrir ese cargo. Esto porque no sabía quién era él.
Después de hurgar en el directorio de mi celular, me comuniqué con un amigo mío y del alcalde de San Blas. Le dije, pásame el número de Layin. Él ni tardo ni perezoso me lo dio. Marqué sin chistar, y escuché la voz aguardentosa de aquel. Le comenté mi intención de la llamada. Con pose de artista, dijo: ponte de acuerdo con Ricardo Esquivel, te paso el número.
Dudando quién era el tal Ricardo Esquivel, y pensando quién podría  identificarlo. Le pregunté a otra persona y me respondió con otra pregunta, ¿no es el que se fue a dizque “llevarle la Prensa” a Layin? (¿A dónde se la llevará? me cuestioné).  Sí precisamente, pero ¿quién es? ¿De dónde salió? Le pregunté. Sí, sé que es el que “le lleva la prensa”  (le recalqué esta peculiar frase), a Layin, porque éste mismo me lo dijo, pero no lo identifico, con qué trabajo lo puedo relacionar?
Mi amiga tal cual gacela respondió, solo sé que es un “faceboquero”. Quedé en las mismas. Hasta que me encontré a la persona indicada, quien me dijo que estuvo un tiempo subiendo al face notas, sin “levantar” el dichoso espacio, hasta que llegó, ahora sí, una periodista, quien subió les subió el “rating”.
Comencé a trabajar la memoria. En alguna parte pudimos haber coincidido  el jefe de prensa de Layin y yo. Como una película que pasa frente a mis ojos, vi correr esa imagen y pude relacionarlo e identificarlo plenamente.
Nuevamente me comuniqué con Hilario Ramírez “Layin”. Una vez que me identifique me dijo que Ricardo diría donde y a qué hora sería el encuentro entre él y mi amigo el periodista. Éste último, después de algunas llamadas a Esquivel, pudo darme el nombre del lugar donde sería el encuentro: En el Dorado, a las dos y media de la tarde.
El calor infernal y el viento, hacían mella en nuestros rostros. Eran exactamente las dos y media, ni un minuto más, ni un minuto menos, cuando íbamos pisando las instalaciones. Ahí estaba “El Dorado”, albergando a hombres de sombrero que tomaban cerveza, como queriendo llenar los poros de su piel, muy seguramente deshidratada, por el espléndido astro solar que asomaba imponente.
Saludamos a Ricardo, ahora sí, mi memoria me decía que ya sabía dónde lo había visto con anterioridad. Al igual, pudimos descubrir caras conocidas, gente del propio San Blas, otros más de Santa María del Oro. “Siéntalos en la última mesa, viró el cuerpo de aquel achichintle (Esquivel) del presidente municipal de San Blas, hacia una persona. Muy seguramente se sentía el manager del cantante Luis Miguel.
Señoras de pueblo, como las que se acomiden en las fiestas patronales, estaban atentas a que en las mesas hubiera hielo, refresco y cerveza. Los minutos pasaban. La entrada triunfal del alcalde, tal como quinceañera, se prolongaba. Probablemente, porque la convocatoria no fue la que se esperaba,  o ¿tal vez esperaba a alguien que no terminaba de llegar?
Era la reunión de “Los Amigos de Layin”. Un encuentro, ¿con qué fin? Celebrar su cumpleaños, su onomástico, los días cumplidos al frente de su administración, a escuchar una disculpa pública a las mujeres o  su anticipado destape a la gubernatura?¡A otro perro con ese hueso! Es demasiado tiempo esperar a Layin, para llegue, simplemente, con la misma camisa azul y, aparte, desabrochada.

Recordé lo que dijo un reportero hace días: “hice mi propia encuesta, al ir caminando por la calle, con estas simples dos preguntas: ¿Conoce a Layin? ¿Y usted votaría por él? Me sorprendió la respuesta.  Traje a conclusión de que una cosa es la popularidad y otra cosa es la aceptación. Así que, es realmente popular, pero no volverían a elegirlo.

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