LA CREME
Norma Cardoso
Desde
el día anterior, yo andaba buscando al “Layin”, para que mi amigo pudiera hacerle una
entrevista. Hablé con su eterna y experta comunicadora social, pero con voz tal
cual se la llevara el viento, me dijo que un tal Ricardo, ahora le llevaba “la
prensa”.
Como
en cierta ocasión escuché a un amigo en
común, que él (Layín), se hacía allegar de personas que supieran, porque él de
nada sabía. Pensé que tal vez se habría hecho como otros gobernantes, traer a
personas de otros Estados como jefes de Prensa o de Comunicación Social. Como si aquí no hubiera el suficiente talento,
con la capacidad para cubrir ese cargo. Esto porque no sabía quién era él.
Después
de hurgar en el directorio de mi celular, me comuniqué con un amigo mío y del
alcalde de San Blas. Le dije, pásame el número de Layin. Él ni tardo ni
perezoso me lo dio. Marqué sin chistar, y escuché la voz aguardentosa de aquel.
Le comenté mi intención de la llamada. Con pose de artista, dijo: ponte de
acuerdo con Ricardo Esquivel, te paso el número.
Dudando
quién era el tal Ricardo Esquivel, y pensando quién podría identificarlo. Le pregunté a otra persona y
me respondió con otra pregunta, ¿no es el que se fue a dizque “llevarle la
Prensa” a Layin? (¿A dónde se la llevará? me cuestioné). Sí precisamente, pero ¿quién es? ¿De dónde
salió? Le pregunté. Sí, sé que es el que “le lleva la prensa” (le recalqué esta peculiar frase), a Layin, porque
éste mismo me lo dijo, pero no lo identifico, con qué trabajo lo puedo
relacionar?
Mi
amiga tal cual gacela respondió, solo sé que es un “faceboquero”. Quedé en las
mismas. Hasta que me encontré a la persona indicada, quien me dijo que estuvo
un tiempo subiendo al face notas, sin “levantar” el dichoso espacio, hasta que
llegó, ahora sí, una periodista, quien subió les subió el “rating”.
Comencé
a trabajar la memoria. En alguna parte pudimos haber coincidido el jefe de prensa de Layin y yo. Como una
película que pasa frente a mis ojos, vi correr esa imagen y pude relacionarlo e
identificarlo plenamente.
Nuevamente
me comuniqué con Hilario Ramírez “Layin”. Una vez que me identifique me dijo
que Ricardo diría donde y a qué hora sería el encuentro entre él y mi amigo el
periodista. Éste último, después de algunas llamadas a Esquivel, pudo darme el
nombre del lugar donde sería el encuentro: En el Dorado, a las dos y media de
la tarde.
El
calor infernal y el viento, hacían mella en nuestros rostros. Eran exactamente
las dos y media, ni un minuto más, ni un minuto menos, cuando íbamos pisando
las instalaciones. Ahí estaba “El Dorado”, albergando a hombres de sombrero que
tomaban cerveza, como queriendo llenar los poros de su piel, muy seguramente
deshidratada, por el espléndido astro solar que asomaba imponente.
Saludamos
a Ricardo, ahora sí, mi memoria me decía que ya sabía dónde lo había visto con
anterioridad. Al igual, pudimos descubrir caras conocidas, gente del propio San
Blas, otros más de Santa María del Oro. “Siéntalos en la última mesa, viró el
cuerpo de aquel achichintle (Esquivel) del presidente municipal de San Blas,
hacia una persona. Muy seguramente se sentía el manager del cantante Luis
Miguel.
Señoras
de pueblo, como las que se acomiden en las fiestas patronales, estaban atentas
a que en las mesas hubiera hielo, refresco y cerveza. Los minutos pasaban. La
entrada triunfal del alcalde, tal como quinceañera, se prolongaba. Probablemente,
porque la convocatoria no fue la que se esperaba, o ¿tal vez esperaba a alguien que no terminaba
de llegar?
Era
la reunión de “Los Amigos de Layin”. Un encuentro, ¿con qué fin? Celebrar su
cumpleaños, su onomástico, los días cumplidos al frente de su administración, a
escuchar una disculpa pública a las mujeres o
su anticipado destape a la gubernatura?¡A otro perro con ese hueso! Es
demasiado tiempo esperar a Layin, para llegue, simplemente, con la misma camisa
azul y, aparte, desabrochada.
Recordé
lo que dijo un reportero hace días: “hice mi propia encuesta, al ir caminando
por la calle, con estas simples dos preguntas: ¿Conoce a Layin? ¿Y usted
votaría por él? Me sorprendió la respuesta.
Traje a conclusión de que una cosa es la popularidad y otra cosa es la
aceptación. Así que, es realmente popular, pero no volverían a elegirlo.
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