jueves, 26 de junio de 2014

Vivencias de una Costeña Santiagoixcuintleña Novena parte. (IV).

Por: Emeria Navarro Narváez.
     Cuando subíamos al cerro en busca de plantas, el guía no nos llevaba por los senderos, caminábamos a campo traviesa para localizar los especímenes. Quedó grabada en la cinta magnetofónica el grito de Luz Jiménez cuando exclamó: ¡Cuidado con la víbora seño Emeria! yo voltee para atrás y me di  cuenta que inadvertidamente había pasado sobre una víbora de cascabel que se deslizaba sigilosamente. –Ni chance de asustarme, solamente nos sobrecogió el grito de la compañera.-.
 Nos encantó ver los pinos llenos de ardillas que volaban de un árbol a otro equilibrándose con sus esponjosas colas. Nos causó admiración ver gran variedad  de hermosas orquídeas silvestres y frutos desconocidos. ¡Qué biodiversidad¡ Cuando cada año, al iniciar la primavera, se registran incendios en la sierra de San Juan, me embarga honda tristeza de pensar en la irreparable pérdida de este ecosistema.
     Con esta sencilla investigación se lograron varios propósitos:
1.-Involucrar a estudiantes universitarios del área de la salud en la investigación del uso tradicional de los recursos vegetales
2.-Aproximarse al saber local sobre los recursos vegetales, su aprovechamiento y conservación.
3.-Basar nuestra tesis profesional, en esta investigación.
4.-Incluir esta área del conocimiento de medicina tradicional en la currícula de la carrera de enfermería la que se basa principalmente en la medicina alopática.
     Fueron 132 las especies reportadas, 94 silvestres y 38 cultivadas, distribuidas en 55 familias, 11 de las cuales sólo tienen representantes cultivados.
     Destaca el hecho de que los habitantes de esos lugares y en la época de la investigación, tenían  un conocimiento más o menos homogéneo sobre las especies útiles. En encuesta que aplicamos a los alumnos de las escuelas primarias de esas localidades concluimos que los niños poseían conocimientos adquiridos por tradición oral, de parte de sus abuelos y padres, lo que demuestra que aún había un canal de comunicación y prácticas sobre la medicina tradicional entre las distintas generaciones.
Dentro de las especies reportadas, además de las ya conocidas en los mercados de México como la Cecropia Spp para combatir la hiperglucemia y la Magnolia para el corazón, son interesantes algunas como: Senecio sessilifolius, una planta de las compuestas cuyos tubérculos macerados en alcohol se utilizan de manera similar al peyote Lophophora wiliam sii, para los dolores reumáticos y aliviar el cansancio. Esta planta recibe el nombre de peyote o peyotillo y en el centro del país se utiliza en combinados para la esterilidad de la mujer.
También conocimos la Iresine celosioides L. una amarantácea denominada yerba del arlomo usada para curar lesiones producidas por el aplomo -una pequeña oruga fosforescente- que vive en el suelo y a la cual se le atribuye la aparición de lesiones dermatológicas resistentes a los tratamientos de la medicina alopática. Según la tradición, hay arlomos machos y hembras y de igual manera en la yerba respectiva. Como la picadura no se siente, sólo se detecta por la lesión, por lo tanto no es posible saber si picó una hembra o un macho, como consecuencia el remedio debe ser una cataplasma de un combinado de las dos yerbas del arlomo, tal vez variedad de la misma especie. No hace mucho tiempo Acela y yo cenando en un restaurante recordamos que ella sufrió este tipo de lesión en un pie, cuando subíamos el cerro. Dicha lesión se le complicó y el dermatólogo no pudo curársela, hasta que el yerbero- nuestro guía- le aplicó una cataplasma con las dos yerbas y pronto se recuperó.
Recuerdo que tenía yo algunos 10 años de edad cuando mi mamá tuvo una llaga en una pierna, con nada se le remediaba e iba en aumento cada día. La lesión dejo de progresar, mediante la aplicación de un trozo de madera ardiendo para curar la lesión, produciéndole horribles quemaduras. Según contaban se trataba de un piquete de arlomo.
Gran número de plantas las emplean los lugareños para aliviar afecciones de las vías digestivas, de las vías respiratorias y de las urinarias, que son las causas más frecuentes de morbilidad en la región, esto nos permitió valorar la medicina tradicional, en este caso la herbolaria, como un recurso importante para la salud pública digna de conservarse y profundizar en sus saberes, parte del acervo cultural de nuestros antepasados, que es necesario recuperar y evitar su desaparición junto con las especies vegetales tan amenazadas hoy en día.  
     El uso de plantas silvestres en la alimentación es escaso, los hábitos alimenticios de los pobladores están más en relación directa con los productos agrícolas que ellos mismos obtienen. Incluso algunos los consumen solamente como golosinas como es el caso de “los agritos” una anacardiácia, Rhus schiedeana Shl., y otras como la yerba del venado, que en el centro del país se le conoce como “Papaloquelite” y se consume acompañando a los alimentos especialmente las carnes, en cambio en Nayarit no nos agrada su olor y se usa como yerba medicinal para los dolores de cabeza. Ocurre lo contrario con el nanchi que en Nayarit nos encanta consumirlo ya sea silvestre o cultivado sin que nos moleste su aroma.
     Especialmente en el poblado de Venustiano Carranza constatamos que abastecen de hortalizas, parte del mercado de Tepic y de otros lugares; principalmente surten de jitomate, zanahorias y muy buenos chayotes. También venden flores que les enseñó a cultivar un extranjero que  vivió en este lugar al que le llamaron “El gringo” posteriormente.
     En los últimos años, estas poblaciones especialmente en La Yerba, fueron invadidas por inmigrantes de otras entidades, lo que quizás ha alterado el estado de cosas que captamos en nuestra investigación, debido a la transculturación.
     Causó gran interés este tema, y motivó el cambio en diferentes personas de una actitud hasta de desprecio por otra de interés y respeto hacia este conocimiento. Expusimos esta experiencia en diferentes foros, especialmente en una de las jornadas médicas que año tras año, realiza el IMSS.
     En el programa de clases de Salud Pública que yo impartía, promoví que las alumnas de la escuela de Enfermería, -provenientes de casi todo el Estado de Nayarit y algunas de Sinaloa- entrevistaran a sus familiares sobre el uso de plantas medicinales o comestibles, y en una fecha determinada organizábamos una exposición de las plantas que recolectaban, y así conocí el peyote, la marihuana, el floripondio y la pavorosamente hermosa flor de toloache.
Antes de jubilarme participé como tantas veces en la reestructuración de la currícula de nuestra escuela y propusimos un programa sobre el conocimiento de medicinas alternativas.
     En el período que ocupó la dirección de la Escuela de Enfermería  María de la Luz Díaz Martínez (1989-1993) se continuó con el dinamismo que caracteriza a la comunidad de esta institución con la honestidad y firmeza que son propios de esta docente enfermera. Se prosiguió con la intensa actividad académica que realizamos los equipos organizados, continuando con la serie de cursos, conferencias, talleres y seminarios, por ejemplo el curso taller “Metodología prospectiva para el análisis de la educación en Enfermería” impartido por La Federación Nacional de Facultades y Escuelas de Enfermería A. C. (FENAFE) dirigido por la Doctora en Enfermería María Elena Espino Villafuerte y la Lic. en Enfermería Rosalinda Díaz Guerrero de la Universidad de Guanajuato, en el mes de noviembre de 1992. (Continuará).

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