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domingo, 23 de noviembre de 2014

Abre par de jotos

Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez



Recordando los juegos de azar, en el póker cerrado se dan cinco cartas y después de la obligada apuesta de entrada, tocaba al que hacía la repartición decir que se podían solicitar las cartas que se desecharan, siempre y cuando tuviera el abridor par de jotos o más de su valor (como par de reinas o reyes, o ases o cualquier tercia) así hacía su apuesta y pedía el mismo número de naipes tirados al centro de la mesa. Los jugadores simplemente pagaban el derecho a continuar o lanzaban las barajas a un costado perdiendo ese juego, y proseguían los apostadores siguiendo al que abría, o decía “paso” para dar oportunidad a otro o para cazarlo en caso de revire. Había lances en que se formaba un buen monte (o “bonche”) de dinero y se lo llevaba el triunfador.
         Las variantes han sido innumerables, y se han extendido al juego del cubilete, -que se practica con cinco dados que se introducen en un vaso de cuero o de plástico, y se lanzan después de batirlos, al tapete o a la mesa destapando el tiro y jugando con las caras superiores de los “huesos” o dados. Hay: “legalita”, “tiro mayor”, “chingona”, “todo cuenta, todo vale”, béisbol, “legalita contando”, “veracruzana”, “chingando al vecino”, “par montero”, “montero al as”, y un montón de maneras de perder el tiempo y el dinero.
         En todos estos entretenimientos muy comunes en las cantinas y ferias de pueblo, así como en los hogares de algunos ciudadanos afectos a esta forma de pasar el tiempo, por lo regular se combinan con la ingestión de bebidas embriagantes y teniendo lógicamente como resultado, las “alegatos” y pleitos causados por las chapucerías que los malandrines cometen con el afán de despelucar a los “ingenuos” que creen en la suerte… Como en el jueguito de las tres cáscaras de nuez y la bolita que gracias a la destreza del jugador para vertiginosamente de una a otra hasta que al final pregunta: ¿dónde quedó la bolita? (Y la bolita está entre los dedos del mañoso burlador que hace creer que está debajo de determinada cáscara, así que al señalarla con seguridad de haber visto la bolita, pierde cuando aquel le demuestra que estaba en la que él la deposita (la mano es más rápida que la vista).
         Nosotros aprendimos al “burro castigado”, al “chinazo”, a “los pares” y a otros juegos más decentillos y caseros ciento por ciento…
En Santiago Ixcuintla, cuando las fiestas del Señor de la Ascensión se celebraban en la Plaza Hidalgo, frente a la Presidencia, se instalaban estos desplumaderos por el lado de la calle 20 de Noviembre y había mesas de póker, de ruleta de mesa y de rifle de copitas, y ahí fue donde conocimos a los grandes tahúres, talladores profesionales de baraja, galleros y demás timadores “de peso completo”, que dejaban en la calle a muchos ricos comerciantes, ganaderos, agricultores y pescadores que gustaban de asistir a estos eventos con el ánimo de divertirse, echarse unas cervezas o unas copas, y lógicamente perder sus centavitos (que muchas de las veces eran grandes fortunas).
Después pasaron a la playa del río, luego a la Casa Maus, después por el rumbo de “La Cabaña”, donde fuimos testigos del despelucadero de muchos paisanos, en su loco afán de “ganarle a la casa”.
Y entre brindis y apuestas, meseras y cantadoras, de repente éstos veían que se esfumaba el capital que llevaban y tenían que retirarse o pedir prestado a los que –también mañosamente- salían de por ahí alrededor y “a la palabra” los refaccionaban, como se estilaba en aquellos tiempos de caballeros y que era lo más sagrado para los hombres de la época.
Ahí vimos jugar al rentoy, conquián, brisca, paco y muchos juegos que se realizaban junto con el de los dados que era “el hueso”, teniendo bastante clientela y muy variada, no se diga las mesas de ruleta y las de los albures, sin descartar las de los puestos de bebidas de contenido alcohólico, las pistas de baile y cantada… Aquello eran amanecidas, para después de una buena descansada, vuelta al barullo… aunque había apostadores que se pasaban las horas detrás de la baraja sin pegar los ojos… Y no había excusados portátiles…

Hoy los tiempos han cambiado, ya se han suprimido en algunos lugares, hasta los palenques y las carreras de caballos, ahora ya no hay juegos de “abre par de jotos”, hoy se abre en persona con par de lilos que hasta se matrimonian y se confunden con parejas de manfloras que también ya están permitidas por la ley… Control… Señores… Control… Nada más falta que permitan que nos gobiernen… o ¿ya se puede?

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