jueves, 3 de julio de 2014

Un triste recorrido por tierras nayaritas

Líneas

Por: José Ma. Narváez Ramírez.


Algo que debería ser motivo de alegría se convierte en honda tristeza, cuando nos dimos a la tarea de recorrer parte de nuestra tierra, del terruño, del campo nayarita, y lo encontramos desolado, angustiado, ensombrecido por el olvido de aquellos que tienen la obligación de ayudarlo y lo dejan a la buena de Dios, a merced de “los coyotes”, de los agiotistas, de los oportunistas que se ceban contra ellos y les clavan los dientes y las garras dejándolos prácticamente encuerados, medio defendiéndose de las tarascadas que le asestan los que se supone que ellos pusieron para auxiliarlos, para ayudarlos… y solamente los explotan, los engañan, los roban… Recordamos aquella inmisericorde explotación de los Bancos Rurales, de las empresas tabaqueras, de los granujas que viven del vicio y la prostitución, de los primeros gobernadores y presidentes rateros… de los comerciantes corruptos y de las instituciones que deberían de atender con médicos y medicinas a los necesitados de estas.
         La verdad es muy distinta a la que nos dan a conocer a través de los medios, la que pagan con el dinero del pueblo. El campo está en la miseria, y los productores en bancarrota van de aquí para allá peregrinando por apoyos, -esos que dicen que son los primeros en el país- y no la ven venir… por el contrario, están vendiendo sus tierras al mejor postor, “ora que se viene otra “riviera” en la costa norte del estado”… dicen amargamente…
         Los comerciantes ilegales de la droga, tienen invadida la zona en toda su extensión y este negro comercio se ejerce a media cuadra de los hogares de los campesinos.
         Esta es la pura verdad y el que no la crea que vaya y pregunte directamente con los afectados para que se empape de la situación imperante. Y la aquilate y haga algo por ayudarlos.
         Hemos sabido de casos de ejidatarios que rentan sus tierras a bajo precio, que se ven obligados a venderlas porque ya no les reditúa lo que ganaban antes, y los campesinos –los que trabajaban al patrón para obtener dinero para mantener a sus familias- ahora se desempeñan en otros (como ellos dicen) “jales”.
         Son pocas las familias que se mantienen boyantes, pero a merced del comercio que hacen con la clase pobre. En otros años los hombres y mujeres del campo se iban a “la aventura” o sea a probar suerte a los EE.UU. y tratar de acomodarse principalmente en labores del campo –que es lo que saben hacer- pero terminaron en otros trabajos modestos que desempeñaron muy bien y lograron acomodarse y algunos, hasta obtener la residencia y los más afortunados, la ciudadanía. Pero otros, fracasaron y regresaron derrotados… Otros prefirieron morir en su intento de volver al sueño americano, obligados por la necesidad, ya que aquí en su propia tierra, vivían de arrimados; los politiqueros los abandonaron y permitieron que se denigraran sufriendo vejaciones y explotaciones por los gringos.
         Caso contrario la zona norte del Estado de Sinaloa, parece parte de la California americana, en cambio el área nayarita, de norte a sur, luce famélica, de mal talante, enferma y en algunas partes, desahuciada.  En el vecino estado de Jalisco y parte de Durango, con sus bien reparadas y mejor trazadas carreteras modernas y amplias. Esto debería beneficiar a nuestra entidad, pero sigue igual o peor que antes.
         Control… Señores… Control… No estamos señalando una discapacidad sino que estamos denunciando un delito de abandono de la patria. Hay zonas de turismo que paradójicamente presentan una hermosa imagen, como la Riviera Nayarit y Nuevo Vallarta –y hasta le regalan a Peña Nieto un terreno en la playa a un costado de flamante Hotel de cinco estrellas-. Esto es inadmisible en un pueblo eminentemente agrícola que no debe padecer miseria… y sin embargo…

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