Líneas
Por: José Ma. Narváez Ramírez.
Algo que debería ser motivo de
alegría se convierte en honda tristeza, cuando nos dimos a la tarea de recorrer
parte de nuestra tierra, del terruño, del campo nayarita, y lo encontramos
desolado, angustiado, ensombrecido por el olvido de aquellos que tienen la
obligación de ayudarlo y lo dejan a la buena de Dios, a merced de “los coyotes”,
de los agiotistas, de los oportunistas que se ceban contra ellos y les clavan
los dientes y las garras dejándolos prácticamente encuerados, medio
defendiéndose de las tarascadas que le asestan los que se supone que ellos
pusieron para auxiliarlos, para ayudarlos… y solamente los explotan, los
engañan, los roban… Recordamos aquella inmisericorde explotación de los Bancos
Rurales, de las empresas tabaqueras, de los granujas que viven del vicio y la
prostitución, de los primeros gobernadores y presidentes rateros… de los
comerciantes corruptos y de las instituciones que deberían de atender con médicos
y medicinas a los necesitados de estas.
La
verdad es muy distinta a la que nos dan a conocer a través de los medios, la
que pagan con el dinero del pueblo. El campo está en la miseria, y los
productores en bancarrota van de aquí para allá peregrinando por apoyos, -esos
que dicen que son los primeros en el país- y no la ven venir… por el contrario,
están vendiendo sus tierras al mejor postor, “ora que se viene otra “riviera”
en la costa norte del estado”… dicen amargamente…
Los
comerciantes ilegales de la droga, tienen invadida la zona en toda su extensión
y este negro comercio se ejerce a media cuadra de los hogares de los
campesinos.
Esta
es la pura verdad y el que no la crea que vaya y pregunte directamente con los
afectados para que se empape de la situación imperante. Y la aquilate y haga
algo por ayudarlos.
Hemos
sabido de casos de ejidatarios que rentan sus tierras a bajo precio, que se ven
obligados a venderlas porque ya no les reditúa lo que ganaban antes, y los
campesinos –los que trabajaban al patrón para obtener dinero para mantener a
sus familias- ahora se desempeñan en otros (como ellos dicen) “jales”.
Son
pocas las familias que se mantienen boyantes, pero a merced del comercio que
hacen con la clase pobre. En otros años los hombres y mujeres del campo se iban
a “la aventura” o sea a probar suerte a los EE.UU. y tratar de acomodarse
principalmente en labores del campo –que es lo que saben hacer- pero terminaron
en otros trabajos modestos que desempeñaron muy bien y lograron acomodarse y algunos,
hasta obtener la residencia y los más afortunados, la ciudadanía. Pero otros,
fracasaron y regresaron derrotados… Otros prefirieron morir en su intento de
volver al sueño americano, obligados por la necesidad, ya que aquí en su propia
tierra, vivían de arrimados; los politiqueros los abandonaron y permitieron que
se denigraran sufriendo vejaciones y explotaciones por los gringos.
Caso
contrario la zona norte del Estado de Sinaloa, parece parte de la California americana,
en cambio el área nayarita, de norte a sur, luce famélica, de mal talante,
enferma y en algunas partes, desahuciada.
En el vecino estado de Jalisco y parte de Durango, con sus bien
reparadas y mejor trazadas carreteras modernas y amplias. Esto debería
beneficiar a nuestra entidad, pero sigue igual o peor que antes.
Control…
Señores… Control… No estamos señalando una discapacidad sino que estamos
denunciando un delito de abandono de la patria. Hay zonas de turismo que
paradójicamente presentan una hermosa imagen, como la Riviera Nayarit y Nuevo
Vallarta –y hasta le regalan a Peña Nieto un terreno en la playa a un costado
de flamante Hotel de cinco estrellas-. Esto es inadmisible en un pueblo
eminentemente agrícola que no debe padecer miseria… y sin embargo…
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